Vivimos en una sociedad hiper-tecnológica, donde la mayoría de mujeres que se ven inmersas en estados de violencia (y que afecta de forma desproporcionada, ya que incluye daños o sufrimiento de índole física, mental o sexual, ciberamenazas, coacción y otras formas de privación de libertad digital) realizada a través de las tecnologías, redes sociales u otras plataformas de relación (teléfonos, tablets u ordenadores) de forma sostenida en el tiempo, con la única finalidad de dominación e intromisión sin consentimiento a su privacidad como forma de control, no saben cómo reaccionar ni tomar las medidas y contramedidas necesarias.
Ante esto nace la necesidad de poner freno a los ataques recibidos por muchas mujeres desde las TICs.
Es imprescindible que la sociedad tenga conocimiento, disponga de la información necesaria y se eduque al personal técnico de las administraciones y tejido social en detectar cualquier caso de la ciberviolencia en internet, RRSS y dispositivos tecnológicos, puesto que es una vulneración de derechos tipificada en el código penal.